viernes, 28 de diciembre de 2012

Los duros principios

Los principios son duros. Mucho. Pero yo tengo un optimismo innato que me hace no tener miedo y pensar que todo me va a salir estupendo a la primera. Esto está bien porque me atrevo con lo que sea, a las bravas, pero cuando me tengo que enfrentar a la realidad... snifff, snifff!

No tengo fotos de mi primera creación, y no sé si es una suerte o una desgracia. Para que os hagáis una idea, era más o menos como esto, pero con una fina capa cuasi-líquida de cobertura de color radiactivo, rojo-rosado y verde:

imagen cogida de mucha sal y poco azucar

Ah! Y con sabor a roscón de reyes, porque la cobertura la aromaticé con agua de azahar :D
Eso sí, las magdalenas (porque por aquel entonces eran magdalenas) ricas estaban un rato, si conseguías superar el miedo inicial a ingerirlas.

Para los siguientes cupcakes aprendí varios trucos básicos, seguí las recetas al pie de la letra sin innovar y conseguí hacer...

chan-chán!!
smurffits!!

Además, me atreví con una empanada que hice a lo bruto, sin rodillo! Tiene su mérito el asunto... Usé un vaso de tubo y se me rompió casi al final de la faena, por lo demás no hubo incidentes. Nuestras traqueas siguen intactas.


Más difícil todavía! Cruasanes!! ¿He dicho ya que soy una inconsciente para esto de la cocina? Como mi rodillo (a estas alturas ya tenía rodillo) no es muy allá, mi encimera es más bien pequeña y mis biceps son unos flojos no extendí lo suficiente la masa y me quedaron 'recios'

Atención al detalle del palillo para que no se desmonte el cruasán XD

Luego empecé a leer por internet que se estaban poniendo de moda los cake-pops, y allá que fuimos, cómo no. Salió bastante mejor de lo que esperaba ya que a mitad de camino estuve a punto de tirar la masa y la toalla. Aun tengo masa congelada para repetir :)

El soporte para cake-pops nos quedó mono, monísimo

Ese mismo día me puse a hacer rollitos de canela (no pretendía matar a nadie por sobredosis de azúcar, lo prometo), pero por un problema de timing al final crecieron más de la cuenta y los rollitos se convirtieron en rollazos:

En la foto no se aprecia bien, pero prometo que eran king size, ricos, eso sí, pero enormes

Después de esas primeras experiencias he creado mi decálogo para conseguir que el resultado final sea bastante parecido a lo que se espera de él. Pero eso será en otra ocasión.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Navidad, Navidad!

Como este año me he portado muy bien, me merezco unos cuantos regalitos, y hoy hemos ido a buscarlos! :)
Antes de venir a Zaragoza llevé a cabo una exhaustiva búsqueda de tiendas monas de repostería y como esto está muy de moda estos días (soy una fashion-victim, por eso me he puesto a hacer cupcakes!) resulta que hay una muy cerquita y allí que hemos ido.
La tienda era bastante grande (para tienda de cucadas, no era El Corte Inglés, claro) y tenía un montón de cosas, tantas que al final he salido con más de la cuenta...
Una imagen vale más que mil palabras!


¿A qué mola?

Todo el set consiste en un par de bandejas para mini cupcakes y super muffins, 2 boquillas, papelitos para cupcakes de marcas variadas (así pruebo cuáles me gustan más), candy melts verde oscuro (que tendré que usar antes de que acabe la Navidad) y colorante rojo Sugarflair, para hacer el famoso Red Velvet, a ver qué tal :)

jueves, 20 de diciembre de 2012

El horno, ese gran desconocido

Hace mucho, mucho tiempo, cuando era algo más joven que ahora, estaba todo el día haciendo galletas y bizcochos en la cocina. O al menos esa es la imagen mental que tengo de mi misma en la niñez. Según mi madre eso son más imaginaciones mías que otra cosa, un día debí meterme a cocinar y ya se sabe cómo funcionan las cosas, y más en concreto el tiempo, en la mente de los niños...

Mar de pequeña cocinando, según Mar

Así que en este caso, y sin que sirva de precedente, he decidido fiarme de mi madre y asumir que en mi puñetera vida he cocinado algo más allá de pollo a la plancha con ensalada o una tortilla (francesa, of course, la española es para nota), sin olvidarnos de la pasta y las socorridas pizzas (Casa Tarradellas) al microondas. 

¿Horno? ¿Eso qué es? Me suena.... Ah, ya sé! Son esos armarios con botones que hay en las cocinas debajo de los fuegos y que suelen hacer un ruido de mil demonios por la noche cuando el resto de la casa está en silencio... Malditos... Dicen que hacen algo más aparte de ruido, pero no es algo que esté avalado por ningún estudio serio.

Creo que podría haber contado con los dedos de una mano las veces que he usado un horno desde que me vine a Madrid. Me sobrarían bastantes. Probablemente 4 (ehhhh! pensabais que 5, ¿verdad? Pues no!! Lo usé una vez!! Me impactó tanto que aun lo recuerdo). 

Nuestra relación no era conflictiva ni tortuosa, nada de eso. Ni siquiera merecería llamarse relación porque nos ignorabamos mutuamente, excepto por los golpes a las 2 de la mañana esperando que dejara de hacer tictictic como si fuera a estallar de un momento a otro. Y así vivíamos felices, él en su dolce far niente, y yo dandole caña a la sartén.

Pero un día, de repente, todo eso cambió. Parece ser que a la vez que te dan el carnet de madre te implantan una repentina afición a la repostería, cuanto más mona mejor. Yo creo que se trata de una mejora  evolutiva artificial de la especie, porque con madres reposteras es más fácil controlar el nivel de colesterol de los retoños cuando empiezan a pedir bollicaos. Así que te dan un par de años para que vayas practicando, no vaya a ser que envenenes al crío, que no es plan.

Y en esa fase me encuentro, asomando la nariz al mundo de repostería mona, y ya que estamos haciendo panes y pizzas caseros, que lo hecho en casa sabe mejor (esta frase también va con el carnet de madre, antes de que te lo den no se puede utilizar, así que mucho ojito!).